Alba
López-Davalillo Urraca (4º E.S.O.)
IES
Valle del Oja (Sto. Domingo de la Calzada – La Rioja)
Prof.
Santos Campos Leza
El tema
de la experimentación con los animales lleva enfrentando a los bandos científico
y ético mucho tiempo, y no es para menos, ya que suscita numerosas preguntas
que generan polémica.
Para empezar
a analizar este tipo de experimentación, es preciso saber clasificarla según el
fin que tenga la investigación en cuestión. Siguiendo este criterio, nos
encontramos ante dos opciones: la finalidad médica y la finalidad estética.
En el
primer caso, estaríamos ante un sacrificio de vidas animales enfocado, en
principio al progreso. Numerosas vacunas y curas de enfermedades que se han
encontrado gracias a la experimentación
con animales. Sin embargo, esto no quiere decir que se deba optar siempre por
esta clase de investigación pudiendo utilizar otras más novedosas, aunque menos
eficaces. Desgraciadamente, por el momento la experimentación con animales es
la más efectiva y, desde mi punto de vista, debería seguir usándose, aunque cada
vez menos, para el progreso de la medicina.
En el
otro ámbito se encuentra el mismo sacrificio de animales, pero con otro fin, el
de probar en ellos productos tales como maquillajes, cremas, etc. Esto, desde
mi propio criterio, está menos justificado que el anterior caso, ya que los
fines de esta investigación no son tan importantes para el progreso, tanto
humano como el de la salud de los propios animales.
Una vez
analizados ambos puntos, es preciso centrarse en el concepto en sí y en las
preguntas que este genera. Una de ellas es: ¿Es realmente necesario
experimentar con animales?
Tal como
yo lo veo, lo es. Para dar respuesta a esta pregunta he tomado como referencia
la propia historia del método científico. Y es que antes de que se empezara a
analizar seres vivos reales no se supo con certeza nada acerca del
funcionamiento del organismo. Aunque no nos guste reconocerlo, algunos de los
mayores progresos en el anatomía surgen de la experimentación con humanos. Si
en la actualidad ya no necesitamos usar personas en nuestras investigaciones,
es porque los métodos han avanzado de tal manera que esta mejora ha permitido
descubrir nuevas técnicas. Por fortuna, la ciencia aún avanza y se desarrollan
nuevos métodos de investigación: modelos virtuales, a nivel celular…
Mientras
estas técnicas avanzan, la mejor opción es controlar los experimentos que se
les hacen a los animales. Con esto me refiero a establecer criterios tales como
el número máximo de animales que se pueden “usar” por año, un nivel de
sufrimiento máximo, la necesidad de permisos especiales para trabajar con
animales…
Dejando
de lado esta pregunta, nos encontramos con otra cuestión que merece la pena
analizar: ¿Son los animales conscientes de por qué están siendo sometidos a estas
pruebas?
La
respuesta no es clara, ya que el nivel de conciencia de los animales es muy
difícil de determinar dado que no podemos comunicarnos con ellos. Este problema
sería más fácil de resolver si hubiera una parte del cerebro encargada de esta
cualidad, pero aún no se ha determinado que la haya y, por lo tanto, no se
puede saber a ciencia cierta hasta qué punto los animales comprenden nuestra
intención.
Teniendo
en cuenta lo antes mencionado, se podría decir que nos aprovechamos de nuestra
superioridad intelectual para “utilizar”
a los animales. Esta afirmación tiene bastante verdad en ella, es decir,
de algún modo aseguramos la continuidad de nuestra especie mediante el
sacrificio de miembros de otras. Sin embargo, esto no es exclusivo de los
humanos, sino que forma parte del ciclo de la vida. Al igual que en este
momento un animal está siendo sometido a un experimento, seguramente otro esté
aprovechando su superioridad física para perseguir a una presa.
Tras
haber analizado la situación, en mi opinión, cabe destacar que en muchos países
se están tomando medidas para el control de la experimentación con animales. En
el área de la estética ya se ha logrado cambiar las técnicas que antes habían
recibido críticas por ser demasiado crueles. Por ejemplo, un procedimiento que
se ha logrado eliminar ha sido el que utilizaba una conocida marca de champú,
la cual inyectaba el producto en los ojos de los conejos para ver si producía
irritación. En el campo de la medicina, en España se ha reducido en un millón
el número de animales utilizados con fines de investigación y, los expertos
aseguran que esta cifra seguirá creciendo. Y como en el nuestro, sucede en
muchos países.
En
conclusión, mi opinión la experimentación con animales es algo
necesario para que se produzcan progresos. En la otra cara de la moneda está el
hecho de que es un acto cruel. Sin embargo, hay una esperanza cada vez más real
de un futuro cada vez más cercano en el que la investigación con animales se
vea reducida a una etapa pasada de la historia de la ciencia, sustituida por
métodos más innovadores y menos perjudiciales para otros seres vivos. Pero para
llegar a este futuro hace falta trabajo y paciencia.
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