En esta entrada tenemos el honor de presentaros el fabuloso ejercicio realizado por Manuel Padín, el ganador de la II Olimpiada de Filosofía de La Rioja y que nos representó en la tercera edición nacional. ¡Disfruten ustedes!
Manuel
Padín Fernández (2º Bto.)
IES
Escultor Daniel (Logroño – La Rioja)
Prof.
Luis Alfonso Iglesias Huelga
“La belleza es
una promesa de felicidad”. Así definió Stendhal en su día este complejo
concepto. Y digo complejo, pues “lo bello es difícil”, como aseguró Platón.
Pero intentemos acercarnos (bebiendo de la filosofía de grandes autores) a la
Idea de Belleza, aunque nos resulte una ardua tarea. Pues, ¿qué es realmente la
belleza?
“Nada importa.
Hace tiempo que lo sé. Así que no merece la pena hacer nada. Eso acabo de
descubrirlo”. Con esta afirmación comienza la novela Nada de Jane Teller. Tras decir estas palabras, un joven llamado
Pierre Anthon abandona su aula y decide sentarse en un ciruelo. Y en ese
ciruelo se dedica a no hacer nada en absoluto. Por el contrario, sus compañeros de clase no pueden
mantenerse al margen de lo que ha sucedido y deciden mostrarle a Pierre Anthon
que sí hay cosas por las que vale la pena vivir. Se deciden pues, a dar aquello
que más les importa: hay uno que da una colección de libros que adora, otro que
tiene que entregar su dedo índice con el que toca magistralmente la guitarra e
incluso hay una chica que entrega el cadáver de su querido difunto hermano
pequeño. Se conforma así “un montón de significado” con todos esos objetos, que
es en realidad “un montón de belleza”.
A raíz de la
lectura de este libro, comencé a percibir la complejidad y profundidad de
nuestro concepto en cuestión: la Belleza.
Hay varios
elementos en la novela que me van a ayudar a desarrollar mi concepción de lo
que significa la Belleza: primeramente algo bello es siempre subjetivo (como
defiende Hume y en menor medida Kant con el subjetivismo trascendental).
Spinoza dice que la belleza es el efecto que un objeto produce sobre un sujeto
o espectador.
Por tanto, si
bien es cierto que el objeto es necesario para que haya esa “conversación” debe
haber un receptor con el que “dialogue”, y es este a quien le resulta algo bello
o no.
Vemos entonces
tres fases de captación, por parte de la mente, de los valores estéticos:
primeramente el estímulo, más adelante la conversación del sujeto con el objeto
(siendo en este momento en el que lo asimila y lo degusta) y finalmente la comprensión
(fase esencial, en la que se produce el gozo intelectual).
Lo que los
compañeros muestran a Pierre Anthon son una serie de objetos cargados de “significado”.
Buscan enseñarle la Belleza a través de aquello que, siendo subjetivo, tiene
que conmoverlo y hacerle levantarse del ciruelo.
Por tanto, vemos
en primer lugar, que lo bello busca el cambio. Pero debemos relacionar
igualmente lo bello con lo siniestro. Eugenio Trías en su libro Lo bello y lo siniestro relaciona estos
dos conceptos internándonos en una innovadora visión. Dice de lo bello, que
debe ser algo oculto, por descubrir, e incluso grotesco, y por consiguiente,
siniestro. Pero siniestro en el “buen sentido”. Por ejemplo, cuando una de las
chicas entrega al montón de significado una pintura suya de un paisaje, los
demás se quedan observando la obra de arte (estímulo), y sólo advierten lo
meramente sensitivo, aquello que captan con los sentidos. Pero cuando ella
explica que ésta la pintó al conocer a su verdadero padre y que para ella ahí se
plasma su felicidad (el día de mayor dicha de su vida) los compañeros
“conversan” con el cuadro, se establecen una serie de relaciones que Diderot
define como la base de la Belleza y llegan a la comprensión del valor y lo
bello de ese cuadro, produciéndose una asimilación de la nematología del objeto
por parte de un sujeto, a través de la sabiduría.
Vayamos
recapitulando: la Belleza busca conmover (siendo su grado más alto lo sublime,
que nos muestra lo “terriblemente” libres y pequeños que somos ante la naturaleza inconmensurable),
es por tanto, subversiva. Además necesita el objeto en cuestión; que bien puede
ser propio de la naturaleza (mímesis) o una creación artística, de un sujeto
que la valora, y pone en juicio, asimilando sus valores estéticos; por lo que
es subjetiva. Otra cualidad de la Belleza es que accedemos a ella a través del
conocimiento y del contexto. Por una parte necesitamos la sabiduría del pasado
e historia de aquello (bien sea un acto o una obra) y necesitamos una
contextualización del mismo. Y es que la mente accede a través de los sentidos
a un conocimiento que pasa por la razón, y abandona la tecnología del objeto
para buscar la nematología, teoría, esencia y profundidad estética.
A todo esto
debemos añadir la idea del Bien para conformar una concepción de la Belleza
entendida como “Belleza holística”, donde todas las diferentes visiones,
categorías y relaciones de la Belleza se agrupan en pos de una idea de la
Belleza que trasciende de lo tangible, una Belleza suprasensible.
Pero vayamos con
calma. Si ya hemos dicho que es subversiva, subjetiva y que se accede a ella a
través del saber, debemos hablar ahora de su relación con el Bien.
Ética y estética
han estado ligadas históricamente desde el S.V a. C. con Platón, quien no
distinguía lo bueno de lo bello y configuraba la Belleza como una ciencia a la
que se accede “pasando de uno, a dos cuerpos bellos, de dos a todos los que
desees, más adelante alcanzas los bellos comportamientos hasta llegar, en
ascensión, a la idea y la ciencia de la Belleza”.
Amelia
Valcárcel, en su libro Ética contra
Estética, hace un repaso histórico de la convergencia o divergencia del Bien
y de la Belleza, negando que sean lo mismo (como afirmó Wittgenstein en el
“Tractatus”). Más yo creo que es ésta, otra característica de lo bello: el
acercarse a lo bueno, hacia esa “promesa de felicidad”.
Un acto “bueno”,
como ayudar a una persona mayor a cruzar un paso de cebra, es bello. Y es que
la Belleza no sólo reside en objetos materiales, también hay bellos actos. Todo
lo bello tiene una intención de bondad en una búsqueda de lo verdadero. La Belleza
busca alcanzar, entender la realidad humana, es por eso que la Fealdad (como
nos dice Rosenkranz también es parte de lo bello, si tiene por finalidad
descubrir y destapar, mostrar algo propio de nuestra existencia.
Aludo a la
novela, para acabar de explicar la relación ética-estética antes de concluir.
Pues los compañeros de Pierre Anthon de la novela Nada buscaban, en el fondo, ayudar a su compañero, abrirle los ojos
ante la Belleza de la vida, mostrarle con el “ojo del alma” que sí merece la
pena vivir. Y eso es inconfundiblemente bueno (una buena intención).
Por
consiguiente, y para concluir, la belleza es un estado mental de gozo ante la
comprensión por parte del sujeto de un objeto (artístico, propio de la
naturaleza o un acto) que te conmueve y te remueve el alma, para alcanzar la
profundidad de aquello que el objeto en cuestión transmite gracias al saber y
contextualización del mismo.
“El cerebro,
necesita cambio, la mente belleza”, dice Jorge Wagensber (erudito físico y
museólogo) y es que es la mente la única que se ha ido acercando a lo largo de
la historia a captar todas las relaciones y distintas visiones de la Belleza,
“la Belleza holítica” y su grandeza.
La Belleza es y
será ante todo indestructible y permanecerá latente, distinguiendo a los seres
humanos del resto de las especies, ayudándoles a vivir y a ser felices.
Por todo esto,
Pierre Anthon, al final de la novela baja del árbol. Baja y se conmueve al apreciar,
aunque sea levemente, la bello que era aquel montón. Pierre Anthon comienza
entonces a contemplar la vida con optimismo. ¡Qué belleza!
Antes que nada gracias por compartir esta reflexion,Que me parece sencilla y muy clara de lo que es en el sentido amplio el concepto de la belleza.muy bueno.
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